El museo se reinventa

El 24 de julio de 2015 el Museo de Arte de Ponce presentó su proyecto de reinstalación, que comenzó en noviembre de 2014. Las salas del segundo piso abrieron al público después de pasar cerradas casi dos meses, durante los cuales el personal del Museo estuvo dedicado a acondicionarlas e instalar nuevamente más de cien obras pinturas y esculturas.

La nueva museografía busca integrar mejor la colección del Museo, una de las más destacadas en su género a este lado del Atlántico, con el magnífico edificio del arquitecto Edward Durell Stone construido en 1965, singular en Puerto Rico por haber recibido la prestigiosa distinción del American Institute of Architects. Las obras se distribuyen por todo el edificio de acuerdo a un criterio cronológico, comenzando con arte contemporáneo en el espacio por el que los visitantes entran al Museo. De este modo, la experiencia de adentrarse en las salas es como retroceder en el tiempo. Cualquier persona puede tener una idea de la antigüedad de las piezas que está viendo, sin que sea necesario conocimientos de arte o historia. Ahora, los dos pisos del Museo quedan unificados con este mismo esquema; el nivel inferior comprende desde el arte contemporáneo hasta principios del siglo XIX, mientras que en el segundo piso se muestra arte de los siglos XVIII al XV.

Otro objetivo de esta reinstalación ha sido hacer un uso más eficiente del espacio de las galerías, de modo que puedan mostrarse más obras de forma permanente y haya menos guardadas en los depósitos del Museo. Al número de obras expuestas de forma permanente es casi el doble del que había antes de realizar este cambio en la distribución del Museo, que sirve además un propósito estético. La amplitud de las salas hexagonales del segundo piso, con techos de 16 pies de alto, permite colocar los cuadros en varios niveles, de manera similar a como estarían colgados en los salones y galerías en los que estas obras se encontraban antes de llegar a Puerto Rico. Las personas que visiten el Museo encontrarán algunas esculturas y cuadros que llevaban tiempo sin exponerse, como por ejemplo la inquietante Caridad Romana, una obra de excelente calidad cuyo autor continúa siendo una incógnita para los especialistas.