Compostela

Una escultura en mármol y doce tallas de pingüinos del escultor español Francisco Vázquez Díaz, mejor conocido como Compostela, se unieron a la colección permanente del Museo como parte de una donación que hizo la sucesión del artista. Previo a esta importante donación, la institución contaba ya con varios bustos de Compostela y la donación complementa la representación del artista en el Museo y engrosa la colección del siglo XX.

Compostela se desarrolló como escultor animalista y en la década de 1930 define su afinidad por un animal en particular: el pingüino. La novela satírica del escritor francés Anatole France, La isla de los pingüinos (1908), sirvió como fuente de inspiración para personificar a estos animales. El artista se distinguió por otorgar a sus esculturas diferentes personalidades en el contexto de actividades humanas. Aunque a la llegada de Compostela a la isla ya existía la tradición de talla de santos, el artista contribuyó al desarrollo de esta disciplina artística, en Puerto Rico. Invitado por el Instituto de Cultura Puertorriqueña, funda el taller de escultura contemporánea que formó una generación de artistas, como Tomás Batista y Rafael López del Campo, que trabajaban maderas locales. Su aportación en el ámbito educativo fue una de sus contribuciones más importantes, lo que le ha ganado el título de padre de la escultura puertorriqueña.