Arte Moderno y Contemporáneo
Sin título
Sergio de Camargo comenzó a trabajar en series de relieves de madera cuando se trasladó de Río de Janeiro a París en 1961. El artista recordaba estar fascinado como un niño por los árboles, admirando la forma de las ramas que salen de los troncos de forma “espontánea” y “terriblemente clara”. Este ensamble de múltiples cilindros de madera – todos cortados en un ángulo de 45 grados, instalados en un plano vertical y pintados de blanco– se encuentra en el cruce entre la pintura y la escultura. El juego de luces y sombras a lo largo de su superficie es esencial para dar a la obra presencia visual y dimensiones espaciales únicas, como la luz del sol sobre las ramas de un árbol en el transcurrir de un día.